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Insólito caso de parturientos
Publicación: lunes, 08 de agosto de 2022

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Insólito caso de parturientos

Insólito caso de parturientos

Así es amigos. Hasta donde sabemos y conocemos, solamente la mujer que es madre sufre al momento del alumbramiento, en cumplimiento a lo que dicen las Sagradas Escrituras: “TRAERÁS UN HIJO AL MUNDO... CON DOLOR”. Hasta aquí muy bien lo del dolor, pero del dolor de la parturienta, aclaro. El caso que voy a comentar mis amigos es algo insólito, donde el dolor es al revés, mejor dicho, quien grita y pitea como tren de sierra es el marido. Una información aparecida en un diario capitalino, dice: Que, en un hospital al noroeste de Inglaterra, un esposo esperaba impaciente en la antesala de maternidad, cuando la enfermera le indicó que el resultado era una niña. Luego de mostrarle la evidencia, el autor del crecimiento demográfico se había desmayado cayendo aparatosamente, posiblemente porque esperaba un machito. A consecuencia de esta “desgracia”, el impresionado papá aun cuando transcurrió una semana del día del nacimiento, seguía gritando en el hospital: Ayyy... ayy, mientras que la señora todo okey con la niña en los brazos lo visitaba en su lecho de dolor, hasta la bebita ya balbuceaba. Papito, papito... macho - macho mi papá. Cosas de la vida mis amigos, donde todo pasa y sucede, hasta caballos mueren jinete y todo. Otro caso parecido pero auténtico sucede en la selva baja de nuestra amazonia, en las tribus de los nativos máseos, colorados, huachipaires, amaracaíres, machiguengas, huarayos, shintuyas, arazaires, boras y otros grupos étnicos que no tuvieron contacto con la civilización hasta hace unos 40 años. Me cuentan que por allá, cuando las mamas “nativas” están para dar a luz, se van a la orilla del río donde hay playa, luego de revolcarse en la arena caliente dan a luz un rollizo nativito sin pronunciar un solo «ay» de dolor; mientras que el marido nativo que se ha quedado en casa se torna completamente enfermo con fiebre alta y con dolores fuertes al bajo vientre, echado en su hamaca con la cabeza amarrada con el taparrabo de su contraparte, gritando como huangana o como sachavaca. Ayyyy... ayyyy.... ayyyy.... ayyyy. El adolorido marido sigue en este plan lasta que su mujer retome del río trayendo al calato bien bañadito y ella igualmente bien bañadita, usando de toalla higiénica un pedazo de hoja de plátano, es más, llevándole frutas para calmar la sed al “parturiente”, para después prepararle un caldo de gallina de monte a fin que se recupere de sus dolores. No vayan a pensar mis amigos que esto es ciencia ficción, es la purita verdad en vivo, en directo y a colores. Los que hemos tenido la oportunidad de conocer la selva de Madre de Dios, sabemos de estas historias son reales. No solamente se dan estos casos entre gente que no conoce la civilización, se da también en los que ya están incorporados al siglo 20. Así, por ejemplo, hace 35 años, tenía un amigo motorista propietario de una lancha con motor fuera de borda, que hacía servicio de carga y pasajeros de Inambari a Maldonado, él era huarayo legítimo de nacimiento, su esposa en cambio era serrana, paisana nuestra. Un día de esos le había venido los dolores de parto a su mujer, inmediatamente mi amigo cuya chapa era “el bocholocho” se fue donde un médico en el hospital de Maldonado para que la atendiera como a cristiana, quien luego de examinar a su mujer le dijo que faltaban todavía 2 días para el parto, pero bocholocho todo confundido porque los dolores no pasaban, “le salió el indio ...perdón le salió el chunche” y se la llevó a su mujer al río, la hizo revolcar desnuda sobre la arena y allí nació un guarayito con voz gruesa como del jaguar. Cosas de la vida mis amigos, ahí no termina la historia, mi amigo bocholocho sobre le marcha se fue a su casa, se amarró la cabeza, empezó a sufrir los dolores, en que sus paisanos y familiares nativos, pero ya civilizados tuvieron que calmarle con una caja de cerveza. Cosas de este loco - loco mundo, donde todo sucede y nada ya es imposible. Con tal que estas cositas medias raras no sucedan por nuestros lares, estamos bien gracias y punto, porque solamente nuestras contrapartes son las que sufren con el parto.

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    Chaski
    EDITOR