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Latosos
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Latosos

Latosos

Así es amigos. Cuántas veces mis amigos utilizamos en la conversación diaria la palabra «FARAMALLA» ó «FARAMALLON», cuando nos referimos a nuestros congéneres terrícolas aspavienteros, bulliciosos y parlanchines, que no tienen el instinto de la maldad, por el contrario, los faramallas son todos buena-gentes, amenos, imprescindibles -si cabe el término y son collera como se dice en el argot criollo. Hablando el argot criollo o la jerga, a los faramallas los conocemos más cariñosa y técnicamente como los LATOSOS. - Sabes mi querido viejo, que estoy chapando con fulanita, sutanita y menganita al mismo tiempo, ellas lo saben, vieras hermano de mi alma, cómo se quieren mejor que hermanas, cuando me case con las 3, una de ellas irá al mercado, la otra cocinará y la otra lavará la ropa y las 3 juntas me darán hijos en competencia. - ¡Fuera de aquí... LATOSO aspavientero. Es la respuesta de los terrícolas que somos cuerdos, pues partiendo de la idiosincrasia y amor propio de nuestras buenamosas, ninguna chica de buena gana puede aceptar en compartir el cariño del sambo con otras 2 rivales más, ó bien para ella sola y para nadie más, en estos casos corre sangre y mucha; peor todavía cuando se quiere compartir el cariño de una sola «flaca» entre varios candidatos, eso ni pensarlo. Pero esa es la “virtud” de los latosos, por el mismo hecho de ser aspavienteros, jocosos y parlanchines se pasan de exagerados, desde luego aclaro sin ninguna mala intención, lo hacen simplemente por latosos, y a decir verdad mis amigos, sin los latosos no habría vida, no habría quien haga palomilladas y no habría quien haga sonreír aparte de la NOTICIA COMEN¬TADA. ¿Y tú mi querida Pupy, porqué hasta ahora con tus 35 almanaques de vida no vistes de blanco y escuchas la marcha nupcial de Mendelson? Es que no encuentro todavía el varón que sea mi tipo. ¿Y se puede saber cuál es tu tipo de varón? Desde luego, mi tipo de varón es un moreno de ojos verdes. ¿Habrás visto mis amigos a tremenda latosa?, los morenos de ojos verdes somos contaditos en este mundo y en Abancay... bueno, pero todas nos escriben. Y así mis amigos, en este valle de lágrimas, en este valle primaveral, los hay latosos y latosas que son parte del folklore popular, sin ellos o sin ellas, el pueblo quedaría triste, como un paraje de las punas andinas a 5 mil metros sobre el nivel del mar donde a las justas se conversa por falta de oxígeno y en cuanto al cumplimiento del deber... NEVER, nunca, manan hayk’aqpas. Por ese lado tenemos suerte en Abancay que haya todavía latosos y latosas, para que el pueblo siempre sonría a pesar de las tristezas que nos agobian.

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    Chaski
    EDITOR