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NUDOSA SALLQATASTA. Óscar Valdez Huaraca, Asedio Edit. 2020)
Publicación: viernes, 27 de mayo de 2022

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NUDOSA SALLQATASTA. Óscar Valdez Huaraca, Asedio Edit. 2020)

NUDOSA SALLQATASTA. Óscar Valdez Huaraca, Asedio Edit. 2020)

Pablo Landeo Muñoz

Hombre de los Andes, como tal, con recorridos en la costa y otros territorios de la vida, Óscar Valdez Huaraca –de padres andahuaylinos, nacido por circunstancias de la vida en la provincia de Cañete (departamento de Lima), y vuelto muy tierno a lares paternos, es –hasta donde conocemos–, uno de los pocos referentes de la narrativa actual de Andahuaylas, donde mora y trabaja. El hecho de ser coterráneo de José María Arguedas –no tenemos por qué negarle este derecho, pues, el hombre es también del lugar donde enraíza y puede adoptar varios lares patrios–, debe ser, para quien pretenda caminar con el tayta, entregarse a una marcha desacompasada. Pero el autor de Nudosa Sallqatasta, felizmente, no se hace problemas, y escribe –como debe ser–, a su estilo, de los aprendizajes que aquilató desde la infancia. Antes de algunos comentarios a los cuentos, me detendré en el título del libro Nudosa Sallqatasta que, desde la analogía, expresa con bastante realismo el carácter de la obra. Desde la perspectiva de la semántica, el título visibiliza y remarca los deseos de aferrarse a la vida que tienen los personajes de este libro, al interior de un orden social injusto, complejo y cambiante. En este contexto, surge la categoría “sallqa” comprendida, en nuestro caso, como el carácter fuerte, indomeñable y beligerante de las poblaciones andinas (aplicada por extensión a los personajes del libro); y, de estas, por símil, al árbol sallqatasta. Quienes somos de los Andes, a este árbol lo vemos solitario o en pequeñas comunidades, erguido en la puna, desafiando a las inclemencias de la naturaleza: sequías, lluvias torrenciales, sol volcánico, fieras heladas. La sallqatasta saca fuerzas y nutrientes de donde no hay, porque su hábitat es precisamente eso, rocas, rocas y rocas; y se enseñorea en las alturas, en la puna (que también es la sallqa), por encima de los 3800 msnm. Otros árboles, allí, se ahogan, mueren. En este orden de cosas, el símil entre la sallqatasta y el hombre de los andes es oportuno, pero aún quedan algunos detalles que precisaremos a continuación. Desde la sociolingüística el título Nudosa Sallqatasta revela la fusión de dos culturas, tal como sucede en los relatos y en nuestra realidad: la limeña occidentalizada y la andina, pero también la confluencia de dos voces distintas: el español “Nudosa”, y el runasimi “Sallqatasta”. Finalmente, adjetivo y sustantivo configuran la idea de resistencia y solidez, es decir, árbol-hombre que desafía las adversidades. En este marco, imaginamos el tronco principal y las ramificaciones de la sallqatasta cubiertos por una corteza rugosa, de madera consistente y plena de nudos. Así, pues, “nudosa”, desde un español castizo, o “nudoso”, puede considerarse una característica de la morfología del árbol en su proceso de adaptación al espacio donde florecerá, un mecanismo de defensa contra las sequías y el frío, que le permite contrarrestar la fuerza de los vientos, vivir y garantizar la continuidad de su especie: es lo que los andinos hemos hecho durante siglos, tal como dice tayta Arguedas, al cierre de “Huk doctorkunaman Qayay”: “Más grande que mi fuerza en miles de años aprendida; que los músculos de mi cuello en miles de meses, en miles de años fortalecidos, es la vida, la eterna vida mía” (Arguedas, 1983:257); es decir, el mundo, el hombre en constante evolución. Finalmente diremos que sallqatasta, nombre del árbol, es un sustantivo compuesto por los vocablos “sallqa”, que ya hemos explicado, y por el adjetivo “tasta”, este último comprendido como árbol de ramas o copas cabizbajas, encorvadas por el viento y en ciertos casos por la abundancia de sus frutos. Nudosa Sallqatasta por su temática, por la carga autobiográfica y los personajes –donde la adolescencia posee una presencia importante–, tiene las características de un libro de iniciación, de aprendizaje de la vida y de descubrimiento de diversos espacios socioculturales. En efecto, los personajes adolescentes, acaso uno solo, descubre(n) el entorno socio cultural que los rodea, tanto en el campo como en la ciudad, tal es el caso del cuento “La fragua del cobre” (:51-80), donde un adolescente anónimo de trece años, que llega por vez primera de una pequeña comunidad a Andahuaylas, trabaja en el infierno de un restaurante bajo el esclavizante sistema “cama adentro”. En el primer cuento “Nudosa Sallqatasta”, que además otorga nombre al libro, se narra, desde los recuerdos, las circunstancias en que una autoridad de un pequeño pueblo se ve envuelto, sin desearlo, en tratos con Sendero Luminoso. La descripción que nos hace, de la primera vez en que se encontraron con los “cumpas”, es magistral y conmovedor: “Eran un grupo de 10 personas, en su mayoría jóvenes, todos con pasamontañas negras y armas, no parecían personas, parecían fantasmas con ojos hundidos, flacos, sucios, daban pena, así los vi. En vez de miedo sentí una cierta compasión por sus destinos, y por lo miserable que habían llegado a ser. Ahí frente a nosotros, mirándonos, hasta me parece una pesadilla” (:14). Luego, desde un símil muy bien logrado, describe la forma en que el miedo comienza a propagarse por diversos pueblos de Ayacucho y Andahuaylas: “El miedo crecía como fuego en paja seca” (:16). En “La fragua del cobre”, quinto, del libro, Óscar Valdez maneja muy bien las situaciones tensionales y logra transmitirnos la rabia y la impotencia de un adolescente, contra quienes lo maltratan. El título es, una vez más, preciso y pleno de simbolismos, pues, metafóricamente puede aludir al personaje adolescente, anónimo –huérfano como muchos otros–, que además de comenzar a forjar su destino, forja su constitución física, sus emociones y deseos, desde el infierno de un restaurante, del que felizmente saldrá bien librado: “Aprendí por primera vez en mi vida a entender que un mes tenía cuatro semanas, la semana siete días, y solo esperaba que pasara el tiempo, mientras lavaba los platos que siempre estaban repletos en el lavadero. Yo no sabía cómo era la vida afuera, ya no conocía ni el día, ni el calor del sol; alumbrado con la luz todo el tiempo, de la lluvia sabía sólo por los goteos, por ese hueco de la calamina del techo […] Mi cuerpo bruscamente se fue acostumbrando a ese trabajo duro, un sol al día, treinta soles al mes, entendía que era muy poco dinero para tanto trabajo” (:62). Ahora comprendemos mejor el nombre del libro, Nudosa Sallqata, y quién (o quienes) es (son) el cobre y en qué consiste el acto de fraguarse, de nacerle a uno “nudos” en el cuerpo y con qué objetivos. Entonces, el juego de la vida es aprender de la adversidad y resistir, como la sallqatasta, hasta que nuevas situaciones nos deparen otras suertes o nos impulsen hacia otros caminos, la piel, los músculos y huesos ya forjados, y la mente iluminada por las experiencias. Los cuentos a los que nos referimos buscan romper con la tradición, de allí que algunos de sus textos incorporan conflictos actuales como la presencia de las minas y la depredación de los recursos naturales. Las sociedades andinas nunca se han opuesto a los cambios ni a los desafíos que les ha tocado vivir, acaso esto sea la verdadera forma de percibir el pachakutiy, transformación cotidiana, desafío para el futuro. Óscar Valdez es consciente de ello. Consciente de que es imposible sustraerse de los cambios, que nosotros mismos (él mismo) somos el resultado de una serie de transformaciones históricas. Dicho de otra manera, los cambios son estrategias de sobrevivencia; al respecto, Alison Krögel acaba de decirlo, de mejor manera, en su prólogo ara T’aniwi, de Niel Palomino Gonzales (libro que también es cambio y transformación del cosmos lírico en runasimi). La profesora de la Universidad de Denver (EEUU), nos dice “Las culturas andinas siempre han sido increíblemente adeptas en asimilar lo nuevo, a integrar tecnologías, estilos, estéticas y cosmovisiones ajenos y a incluir estos hilos frescos en el tejido del arte, poesía y filosofía de sus sociedades” (Krögel, 2022: 10 ). Óscar Valdez ha roto, de mejor manera, vínculos narrativos con Arguedas, y escribe como sabe hacerlo, sin presiones de ninguna clase, pero con la certeza de que un libro debe ser mejor que otro. Nudosa Sallqatasta será próximamente presentado en Andahuaylas, ciudad, que, a mi parecer, se convierte por vez primera en un espacio ficcional donde seguramente ocurrirán nuevas historias desde la narrativa de Óscar Valdez Huaraca. Andahuaylas, mayo 2022

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    Chaski
    EDITOR