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Trémolo: de Tacna para el mundo
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Trémolo: de Tacna para el mundo

Trémolo: de Tacna para el mundo

Son las doce de la noche y un silencio crudo transita las calles de Abancay. Autos llegan al jirón Santa Rosa, se detienen cerca de la I. E. I. María Inmaculada y abren sus puertas como si fueran las primeras horas de un lunes cualquiera. No bajan niños uniformados de esos vehículos, todo lo contrario: gente adulta que, en su mayoría, bordea la treintena. Gente que, en su mayoría, viste jean y casacas de cuero, o alguna prenda de color negro. Gente que, en su mayoría, lleva alrededor de 20 años siguiendo a la banda de rock que está a punto de tocar en vivo: Trémolo. Sus primeras presentaciones se remontan a un verano tacneño de 1995, en la Estación de Janono. Este 2022, tras dos años de escenarios vacíos y de hacer conciertos en línea por la pandemia, Trémolo ha regresado a las tocadas: está en medio de una gira que recorrerá el Perú. Para provocar a la noche, Decibel, un grupo abanquino de covers en español, sube al entablado. Aunque hay cierta fuerza en sus acordes, no consigue despertar del todo a los asistentes. Salvo por “Entre dos tierras” y “Lobo hombre en París”, la voz desentona y la primera guitarra suena perdida. Es con The Wolf Blues, el segundo grupo en presentarse, que la noche deja a un lado los bostezos. Las cuerdas atraviesan armoniosas a la multitud que empieza a encabritarse, la garganta del vocalista rasga el decorado de este recinto llamado Milenium, las chelas se abren paso, los cigarrillos se inmolan, las luces se tornan jugosas: la noche empieza a despertar. Trémolo empezó a acariciar la gloria bien temprano en su carrera musical. La primera de ellas, como consta en un video subido a sus redes sociales, fue cuando, en el 2000, una jovencísima y sensual Laly Goyzueta anunció en público que el primer lugar en el Rock’n Ice era para ellos. Son las 2:38 de la madrugada. Ha pasado casi una hora desde que The Wolf Blues ha dejado la tarima. Con razón, los silbidos se disparan. «¡Hora!», exclama el gentío. 2:40, los reflectores dejan de parpadear, se oscurecen. «¡Hora!». En medio de la penumbra, el baterista Pablo Roque ingresa, se planta en su trono, empuña las baquetas y hace lo que mejor sabe con los platos, el bombo y la caja. Unos minutos después, el resto de la banda aparece: Reynaldo Rojas, el guitarrista; Aarón, amo y señor de los teclados; el bajista, dueño de una melena trepidante; y Elías Fuentes, la voz principal. 2:45, Trémolo está listo. 2:45, Trémolo abre su concierto con “Vencerá”. 2:45, la noche está despierta, canta y se sacude. Otro momento clave para Trémolo: viernes 28 de noviembre del 2003. Ese día, por primera vez en la historia del rock peruano, una banda de provincia forma parte de la parrilla televisiva de la cadena internacional MTV. “El zorro y la llama” es la segunda canción de la cita. Los parlantes hacen algo mucho más increíble que explotar: se elevan, con el escenario, el público, y la entera ciudad de Abancay. “Márchate” ocupa el tercer lugar. Luego vienen “Rosas negras”, “Sueña”, “Tal vez”, la maldita “Entre espinas”, “Sin llorar, “Detrás de la puerta” y la querida “Payaso”. Cuando llega el momento de “Nunca te olvidaré”, la canción que he estado cantando durante la última semana, caigo en la cuenta: es la primera vez que estoy frente a Trémolo. La guitarra acústica en las manos del vocalista presagia la siguiente melodía: “Pienso en ti”, la más solicitada de la noche y, de inmediato, se apodera de la masa humana, como si sus letras estuvieran hechas con algo mágico. «Te conocí un viernes», canta Elías. «Y el sábado solo pensaba en ti», responde la masa. «¡Qué rico, Abancay!» Y, en el coro, todos: «Pienso en ti. Cada vez que no estás aquí…» La cuarentena no fue la única vez que Trémolo la vio negra. En noviembre del 2011, tras cerrar un concierto, los miembros del grupo tuvieron un accidente de carretera. Pero la Parca también es seguidora del buen rock, seguro que por eso, para el deleite de sus seguidores, decidió dejarlos en paz. Los parlantes, el escenario, el público, las avenidas y los jirones de Abancay, hacen algo mucho más increíble que explotar: se elevan, y no solo llegan al cielo un instante, lo tocan, lo acarician, lo abrazan, y, como a un amigo con el que te encuentras después de tanto tiempo, no lo quieren soltar. En los últimos diez años, Trémolo ha protagonizado conciertos multitudinarios y se ha codeado con artistas internacionales como Rata Blanca, El Tri, Hombres G o Virus; o con los nacionales Río, Mar de Copas o Amén. El final de la velada es inminente cuando “Enamorado de un ángel” toma el control. Hay un momento antes de que los instrumentos sean guardados, un momento que podría ser más pequeño que un segundo, un momento que aparece en mí de manera natural, como si fuera una bocanada más de este aire que entra en mis pulmones: Elías levanta el rostro, cierra los ojos, rasguea la guitarra, y escojo ese instante. Debería ser eterno. 

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    Chaski
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